Cuento: Lo conocí por la voz
Por V. H. Melenetty
En una fonda de la calle Rivadavia de un pueblo inmigrante ,apareció ,de pronto la sombra de un remedo de alguien . Emergió de no sé donde, cual Cristo despojado de sus vestiduras, un Hijo de Hombre diría Roa Bastos, EL POETA según Isabel Allende, pidiendo la caridad de alguien ya que
tenía un natural hambre.
Era la medianoche y estaban por cerrar cuando la dueña oyó una voz entrando por la ventana de aquel lugar habituado al expendio de comidas y bebidas para los parroquianos que bajaban de la cercana estación del tren.
El dueño de la voz era un hombre extraño pero no tanto, formaba parte del paisaje local y ,cada vez que resoplaba, surgía a la vez un poema: : ”Cuando me vaya, cuando tus ojos vengan a decirme un transparente adiós que ya no duela…”.Era un hombre poesía. Una poesía caminando, a veces trastabillando ,por las esquinas, en las plazas, o en la mesa del bar de don Manuel.
La dueña de la fonda que también funcionaba como hospedaje reconoció la voz de la ventana.
– ¡¡Ah, sos vos!!
No hizo falta mirarlo, sabía que era él. Aquella voz medrosa, envuelta de un romance etílico, embriagada de palabras, inevitables para él porque no las podía atajar, esbozó un doliente:
– ¿Tiene algo para comer?
Acaso por un sentimiento caritativo y a pesar de lo avanzado de la noche, o por lástima, la mujer apuró un sándwich generoso y un vaso de vino de la casa se lo dió envuelto en un papel de astraza. El sujeto tomó el improvisado paquete y se marchó en dirección al lugar que frecuentaba: el banco de la plaza Sarmiento. Mientras cenaba a la luz de la luna un poema salió de su vientre ,porque todo en él era así visceral.
“…Ésta es mi tierra donde se ara y canta. Éste es mi Chaco, algodonal tendido al viento de la tarde que lo ondea como a un blanco pañuelo estremecido…”
Nadie tuvo en cuenta su presencia y menos su voz. La voz de un hombre singular que presagió su propia muerte: ”…amada que enmadejas la luz de mi quimera .Canto y me enloquezco, te lloro y me renuevo .Pueblito donde quiero que me recubra la tierra…”
Su voz se mezcló con el viento norte perdiéndose entre las malezas propias del lugar .Sin embargo la mano de Dios no quiso que los geniales pensamientos y las metáforas quedaran en el olvido. Sus poemas siguen flotando en el aire de la historia y de la memoria, de la cultura, a la espera que alguien los lea , mientras doña indiferencia continúa paseándose lo más oronda por las calles de aquel pueblo inmigrante.
KYRIE ELEISON.-